Todos tenemos una necesidad de pertenencia, de establecer vínculos, de sentirnos parte de algo que nos aporte seguridad, reconocimiento y cariño. En la mayoría de casos, en nuestra sociedad, la pareja es ese vínculo, esa relación. La pareja, desde mi punto de vista, es el vínculo entre dos personas que deciden tener un proyecto común en el tiempo en el que hay cabida para la amistad, el compromiso y el sexo. El contenido y la forma de ese vínculo es lo que nos toca definir a cada uno de nosotros.
Es decir; no hay una manera de entender la pareja, sino que cada pareja decide cómo quiere que sea su proyecto: cuánto tiempo quieren estar juntos, de qué manera y cuántas veces se van a ver, objetivos de la relación, compromisos de uno y otro, límites, motivos de ruptura, maneras de relacionarse con las familias de ambos, si van a tener descendencia…. Y así podíamos estirar la lista hasta casi el infinito.

La relación de pareja cambia y pasa por diferentes momentos y etapas. No es lo mismo la problemática que podemos encontrar en una pareja que se acaba de formar y que está empezando a sentar las bases de cómo va a ser su relación que la que encontraremos en unos recién casados, en una pareja que ha tenido hijos, en una que no los puede tener, en otra que los hijos marchan de casa o en una que sus miembros llegan a la jubilación o la que llega a la vejez.

En la mayoría de casos, cuando una pareja toma la decisión de acudir a terapia de pareja no es por un asesoramiento sobre cómo gestionar algún problema puntual de la vida cotidiana sino por que ve peligrar seriamente el futuro de la relación.
Estos son algunos de los conflictos, que mal gestionados suelen llevar a que la pareja se desestabilice y entre en crisis: dificultades económicas, infidelidades, desacuerdos en la educación de los hijos, intromisión en la pareja de la familia/s, rutina, mentiras, celos, implicación en las tareas de casa, peleas, el fin de un proyecto en común, la diferente evolución de los cónyuges a lo largo de los años, emancipación de los hijos, expectativas demasiado altas sobre el otro, enfermedades, jubilación….
Y así es como llega la pareja a la sesión: con una sensación de que hay un problema grave que no son capaces de resolver. La terapia intenta que las parejas encuentren soluciones a sus problemas dentro de su particular manera de funcionar, de ninguna manera imponiendo la visión o los prejuicios del terapeuta. Como he dicho antes son ellos los que definen su modelo de pareja.
Hasta aquí la primera parte de este post. La semana que viene continuaremos con el trabajo terapéutico que se realiza en en estos casos.
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